Actuar ante un ataque de ansiedad

Ninguna persona está libre de sufrir en cualquier momento de su vida un ataque o crisis de ansiedad.

Una situación mantenida en el tiempo con unos niveles de estrés altos, problemas del día a día no resueltos, personas especialmente susceptibles, etc., pueden desencadenar un ataque de ansiedad. Ciertos niveles moderados de estrés y ansiedad (ante amenazas reales) son y han sido necesarios en el ser humano. Pero una reacción de miedo y malestar (sin amenaza real), que se presenta de forma brusca e incontrolada, con una sintomatología muy variada, es lo que llamamos ataque de ansiedad:

• Respiración acelerada • Taquicardia • Presión en el pecho • Sensación de ahogo, de falta de aire • Mareo • Náuseas y/o vómitos • Etc

 

¿Cómo actuar?

  • Dado que la mayoría de las veces son causas psicológicas las desencadenantes de una crisis de ansiedad, es fundamental transmitir al afectado calma, serenidad y seguridad.
  • No haremos juicios de valor de la situación (p. ej. “no tiene motivos para estar así”).
  • Procurar relajar y tranquilizar a la persona fomentando una respiración lenta y profunda, alargando la salida de aire (como si soplare a la llama de una vela de forma ligera).
  • Si la respiración es muy rápida y profunda y no conseguimos controlarla, le haremos respirar en una bolsa (cubriendo boca y nariz) para que no elimine en exceso el CO2 y evitando que aparezca una alcalosis respiratoria.
  • Si conocemos algún método de relajación lo aplicaremos.

No debemos perder la calma, actuar de forma violenta o emitir juicios de valor.

 

Será necesario atención urgente:

  • Si el paciente pierde el nivel de consciencia.
  • Si hay dificultad respiratoria que no remite.
  • Si la crisis de ansiedad lleva asociada otras características de un cuadro depresivo (p. ej. “ideas suicidas”).